Aterrizó en Madrid Cody ChesnuTT con la firme voluntad de refrendar todo lo bueno que su tercer trabajo (uno de ellos, “The Live Release”, no publicado), “Landing on a Hundred”, ofrece. Y aunque nunca se sabe con qué concierto acertar, los que asistimos anoche a la sala Moby Dick, poco dada a incluir música afroamericana en su programación habitual (más inclinada al pop indie), lo hicimos a un recital tremendo de uno de los artistas pujantes del soul norteamericano que, de haber nacido en otra época, quizá sería objeto de culto y veneración por parte de algunos melómanos.
El caso es que el georgiano había decidido mantenerse durante un tiempo prudencial al margen de su carrera musical para dedicarse en pleno a su vida marital, dedicado en cuerpo y alma al cuidado de sus dos hijos, para los que tuvo un emotivo recuerdo, al igual que para su mujer. Consecuencia: desde su primer trabajo, “The Headphone Masterpiece” hasta “Landing on a Hundred” transcurrieron nada menos que diez años y el artista entendió que con el giro que se ha producido en su vida desde entonces, no tenía sentido interpretar aquellos temas, por lo que ciñó su repertorio a las canciones contenidas en su último trabajo, registrado, por cierto, en los Royal Studios de Memphis, ya sabéis, donde lo hicieron todos los grandes bajo el asesoramiento del productor Willie Mitchell (Solomon Burke, Ike & Tina Turner, Syl Johnson, Bobby “Blue” Band, Otis Clay y, muy especialmente, Al Green, de quien aún se conserva el micro con el que grabó sus obras maestras). Mitchell falleció lamentablemente antes de que Chesnutt grabara su álbum.
En resumen, asistir a una cita en directo con el georgiano, cuyos bises fueron tan relevantes (y extensos) como la primera parte de la actuación, es hacerlo ante la confesión de un hombre honesto, que cuenta lo que siente sin filtros, que se entrega a la causa como si cada canción fuera la última que interpretara (lo cual es muy de agradecer) y que sabe qué teclas debe presionar en cada preciso instante para hacer del concierto un evento que nos invite a reflexionar sobre temas cotidianos o liberar la adrenalina para hacer olvidar nuestras desdichas y redimir nuestras penas. En definitiva, una velada que invita a pensar que la próxima cita con el de Atlanta, no será en un lugar tan íntimo como Moby Dick, sino más amplio y masivo.
TEXTO: Larry ACR
Fotos: Pimpollo Johnson